El resto de sus vidas de Jean Paul Didierlaurent es un libro muy curioso. A priori parece que vas a leer una típica historia superficial sobre el optimismo en un entorno poco propicio, pero según vas pasando las páginas vas conociendo más a los personajes y sus circunstancias; el argumento va teniendo más poso y va ganando profundidad.
El personaje principal es Ambroise, que vive con su abuela Beth desde que la relación con su padre, Premio Nobel de Medicina se deterioró por verse incapaz de seguir sus pasos profesionalmente. Lleva una vida tranquila y todo va bien salvo que sigue sin encontrar pareja, debido en gran parte a su profesión, que espanta a quienes se acercan.
Por otro lado está Manelle que es asistente domiciliaria de ancianos que viven solos y necesitan ayuda. Algunos la sacan de quicio pero otros sin embargo la conmueven con su amabilidad, su ternura y su soledad. Ambos coincidirán en un extraño viaje en el que comprenderán que la vida y la muerte son impredecibles así como la posibilidad de encontrar el amor.
La prosa de Didierlaurent es fantástica, evocadora y rítmica. Escribe una historia plagada de muerte, de enfermedad, de vejez y de soledad y sin embargo lo hace con tal dulzura, naturalidad y sentido del humor blanco y puro, que el lector jamás se siente abrumado por un ápice de tristeza, más allá de la emoción que despiertan sus protagonistas.
No es un libro de humor ni tampoco contiene discursos optimistas ni nos habla del karma. No trivializa sobre la muerte o la enfermedad ni sobre la vejez en soledad. La clave está en la sutileza del autor y su habilidad para contarnos con muchísimo encanto, la historia de unos personajes que bien podrían ser nuestros vecinos.
Tiene la capacidad de encontrar magia en lo cotidiano, de saber narrar acontecimientos pequeños que se engrandecen porque son profundamente humanos, si bien es cierto que no cae en el dramatismo y siempre opta por soluciones amables, también lo es que en su relato, los sentimientos son muy reales.
Por todo ello el resto de sus vidas en una novela original y muy bella. De fácil lectura y entretenida también, con buenos golpes de humor pero sin caer en el humor negro. Es un libro que se termina con una sonrisa y con buen sabor de boca.
Altamente recomendable para cualquiera que tenga ganas de leer una historia pintoresca, a quien le guste el humor francés y a cualquiera que tenga la cabeza un tanto saturada por alguna lectura muy densa. En definitiva, es un placer leerla.
La podéis encontrar en la biblioteca Miguel de Cervantes. Si os gusta el autor, también en la biblioteca, tenemos otra obra suya “El lector del tren de las 6.27”, que yo aún no he leído pero que tengo muchas ganas de leer próximamente. Ya os hablaré de ella.
Felices lecturas y nos vemos pronto en la biblioteca.
Francisca Ortega Moreno.