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PIRULETRAS – Una sopa de piedra

sopa_piedra_vaugelade01Sí, justo eso, una sopa de piedra es lo que os traigo hoy para degustar.

Los ingredientes: facilísimos, una piedra y agua. El resultado….una sopa exquisita.

  • ¡no puede ser verdad! – me diréis
  • No ni ná – diré yo.

Preguntad por casa y ya veréis. La sopa de piedra es una comida muy conocida desde hace mucho tiempo, forma parte de nuestra tradición oral. Mejor preguntad a los abuelos y abuelas que son quienes más saben de tradición oral, a lo mejor conocen el refrán No hay tal caldo como el zumo del guijarro.

Y es que ya en 1627 (anda y que no ha llovido desde entonces), Gonzalo Correas escribió un Vocabulario de refranes, en el cual se encontraba éste que os cito, para explicarlo escribió el cuento al lado.

Es un cuento muy viajado, hay versiones en varios idiomas y es también un cuento muy antiguo. Y a más días y  más caminos: más opciones de contarlo.

El que os traigo hoy aquí es obviamente una versión infantil, donde los protagonistas han pasado a ser animales, en vez de personas. Todos ellos muy conocidos para el público infantil, sobre todo el protagonista: el temido lobo feroz.

Todos conocéis al lobo, sabéis que es muy pillo y que siempre está ingeniando alguna forma de comerse a los cerditos, al cordero, a las gallinas, a los cabritillos…Pero eso era antes, el lobo no es ya lo que era, está mayor, viejito, flacucho, sin dientes y cansado.

Tan flaco se ha quedado que parece que hace tiempo que no come un buen cerdito asado, parece que sólo se alimentara de sopa, sopas de piedra. Pero ojo, el lobo ha perdido agilidad y dientes, pero nada de astucia. Por eso sabe cómo camelarse a todos los animales de un pueblo para que le ayuden a preparar una riquísima sopa de piedra. Y mira tú por donde, estos animales son todos domésticos, los que en otro tiempo más le temían.

Las vueltas que da la vida, quién se lo iba a decir, el más feroz compartiendo sopa con ellos.

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Que no os engañe esta imagen, el lobo no se ha arrepentido de nada, ni este es un cuento de vivieron felices y comieron perdices, bueno, mejor dicho sopa.

Este magnífico álbum de Anaïs Vaugelade te atrapa desde la primera ilustración. Genera desconfianza hacia el lobo, es muuuuuy alto, tanto que si se enderezara se saldría de la página, y es muy oscuro y está más tiempo de espaldas que de frente, con lo cual no sabemos lo que está haciendo, aunque mira de reojo para vernos.  Digamos que su actitud es sospechosa, que no nos podemos fiar del todo de él, pero… ¿por qué? Si sólo lo conocemos de oídas no deberíamos juzgarle así, ¿no?.

Y encima cocina bien, la sopa está deliciosa y ayuda a que todos compartan un buen rato juntos. Pero el lobo tiene que irse ¿Por qué? ¿A dónde? ¿Va a volver?

Ofú con la intriga, yo lo llevo fatal, trato de buscar respuestas…Puede que vaya a otro pueblo; puede que esté tan viejo que no dure mucho; puede que esté acostumbrado a ser el malo y estar solo y quiera seguir así; puede que esté sufriendo porque ya no puede comer lo que quiere, puede…. Pueden ser tantas cosas.

¿Qué os parece? ¿Os animáis a leerlo?

Si vienes a buscarlo a la Biblioteca, deberías saber:

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