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CINEMA PARADISO – Los santos inocentes

El pasado martes se cumplían años del nacimiento de uno de nuestros  mejores escritores del siglo XX. Corría el año 1920 cuando venía al mundo Miguel Delibes, escritor de altura, autor de numerosísimas obras literarias entre las que destaca “Los santos inocentes”, sobre la que se hizo en su día una magnífica adaptación al cine.

La adaptación cinematográfica fue dirigida por Mario Camus y posee un reparto excepcional. Es una película mítica del cine español, ( lo fue ya desde poco tiempo después de estrenarse); de esas que denominan una etapa del cine español (los años 80), comprometida con el pasado histórico y donde las adaptaciones literarias de grandes escritores nacionales eran comunes y muy habituales («La casa de Bernarda Alba» del propio Mario Camus, «El bosque animado» de Jose Luis Cuerda o «Jarrapellejos» de Antonio Gimenez Rico, son  sólo algunos de los muchos ejemplos).

«Los santos inocentes» tuvo su recompensa en uno de los festivales de cine de mayor renombre, el Festival de Cannes, en donde Alfredo Landa y Paco Rabal, consiguieron la Palma de oro a mejor actor, premio ex aequo, en una ceremonia donde las palabras de agradecimiento de Paco Rabal al recoger el premio fueron “Milana bonita”. Mario Camus, también vio reconocida su labor al recibir una mención especial del jurado. No obstante es uno de esos directores literarios -y ya veteranos- que han dado fama internacional al cine español, puesto que ha ganado premios en Berlín, (consiguió El Oso de Oro por «La colmena») Buenos Aires, Montreal y por supuesto en los premios Goya.

El director junto con los actores, especialmente Alfredo Landa y Francisco Rabal que llevan el peso de la película, componen  unos personajes míseros, ingenuos y subordinados con un cruel realismo. El “Azarías” encarnado por Rabal es un icono del cine español. Y Alfredo Landa, que  se confirmó como actor dramático en la década de los 80, (tras haber sido uno de los cómicos cinematográficos más importantes del cine de la transición, fue Garci quién le dio la oportunidad con “El crack” en el año 1981). Desde entonces encadenó una serie de títulos notables como “La vaquilla”,“Tata Mía”, “El bosque animado” o la cinta que nos ocupa.

“Los santos inocentes” se ambientan en los años 60 en el cortijo de una familia aristócrata y franquista, un universo propio donde se contrastan dos mundos muy marcados, el de los amos y el de los criados, a través de unos personajes inolvidables. Es una dura crónica rural de estos años, un periodo donde el contraste entre clases sociales es abismal y unos dominan completamente a otros sin ningún tipo de piedad o compasión, como consecuencia de la gran diferencia entre unos y otros provocada por el sistema de reparto agrario, del cual salieron claramente beneficiados nobleza y burguesía.

La familia de Paco (Landa) y Régula (Terele Pávez) es el verdadero ejemplo de la sumisión a la que se ven abocados los campesinos de estos años, un crudo retrato de pobreza, miseria e infortunio así como de la ingenuidad. Son seres que asumen su condición y no intentan discutirla, sus vidas se deben únicamente a los amos, los cuales también asumen otro estatus y lo llevan al paroxismo. El que es pobre se sabe pobre y el que es rico se sabe rico, y ambos ejercen su posición.

En “Los santos inocentes” esa miseria se hace aún más patente quizás porque está  salpicada por ciertas dosis de ternura lo que hace que el retrato sea, si cabe, más eficaz. Esa hija disminuida, a la cual deben de mantener con sus escasos recursos o Azarías un personaje entrañable y un poco especial  que consigue atrapar al espectador a base del cariño y la complicidad que emana. Son seres bondadosos machacados por la vida, en contraposición con la fortuna, la tangible y la que no lo es tanto, de los personajes que encarnan la otra cara de la moneda, los ricos y poderosos.

La película se rodó en escenarios extremeños para no  perder la fuerte carga emocional que contenía la novela original de Miguel Delibes, si bien la película está narrada a modo de flashback,  con un elegante y moderado uso de la elipsis,  introduciendo así un componente evolutivo en la historia que nos permite liberar a los hechos del paréntesis en que se enmarcan y apreciar el desarrollo de ciertos personajes, registrando sus motivaciones y el resultado de las mismas.

La maravillosa fotografía de Hans Burmann y la desgarradora música de García Abril, con los que el director ya trabajó en la también fantástica adaptación de “La colmena”,  complementan el trabajo en esta obra indispensable.

Dura, cruel, tierna, inocente e ingenua, estos son algunos de los adjetivos que se le pueden dar a «Los santos inocentes», sin duda uno de los mejores títulos de la filmografía española de los años 80.

Cuenta la leyenda que en su presentación en Cannes, el público rompió en aplausos con su desenlace final, bendiciendo incondicionalmente a Azarías y condenando a muerte, con simbólico merecimiento, a una de las páginas más negras de nuestra historia reciente. Quede esta frase para su recuerdo.

              «¡Quiá! ¡Quiá! Yo…no quiero…que la milana me se vaya.»

Podéis encontrarla como siempre en la biblioteca. DVD PE 476

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